miércoles, 7 de septiembre de 2016

Por qué tomo Tecate

Tecate 

Probé Tecate hace unas pocas semanas, me gustó su sabor y se ha convertido en mi favorita. Decidí probarla luego de ver este video: 

sábado, 6 de octubre de 2012

¡NO TIENE NADA!


El conductor de TV tenía la viveza del que creció en la calle. Era gracioso, jodedor, siempre amagando con el doble sentido, encendiendo al público con su chispa. El concurso era sencillo, él tenía una lata y cada concursante la suya. Las latas contenían: premios menores, ningún premio y un premio mayor. Solo el conductor sabía los contenidos. El conductor negociaba con los jugadores para cambiar las latas. El juego llegaba a un punto de emoción máximo cuando el conductor se quedaba con el último jugador. Negociaba generalmente una lata que contenía el gran premio y otra que no tenía nada. El jugador decidía guiado por su intuición o por lo que el público del set le sugería a gritos. El conductor tenía la habilidad de jugar con las posibilidades y con la disposición de los concursantes por negociar, entreteniendo a la audiencia en el set y a los telespectadores. 

jueves, 18 de agosto de 2011

Bailar con una pena de amor (Me liberé)

Dance me to the end of love

Una inocente canción del duo Los Compadres de Cuba dice así:
"Se secó el arroyito,
que pasaba por mi casa,
lo mismo me sucedió,
con el amor de mi guapa guajira”
Es justamente cuando se seca el arroyo del amor, que las canciones más sufridas empiezan a calzar con la propia pena. Canciones que narran historias en donde sentimientos nocivos terminan siendo los protagonistas: promueven las ganas de arrancarse el corazón con las manos o beber hasta perder el conocimiento. Es fácil que la agonía amorosa encuentre melodías que la acompañen, son mas bien escasas las canciones que nos invitan a liberarnos y a sacarle la vuelta a la desdicha. Es raro que una canción nos invite a bailar con nuestra pena amorosa, apretarla un poco y moverla a nuestro ritmo.

martes, 2 de agosto de 2011

Instrucciones para cazar a una araña


Hace algún tiempo, al cerrar la puerta del baño, descubrí a una araña sobre la pared. La miré fijamente. Se quedó inmóvil. No era muy grande, sus patas eran cortas y color caramelo. Tenía la misma gracia y brillo de una canica, me sorprendí a mí mismo admirándola. Salí del baño en busca de un recipiente para cazarla. Al volver la araña ya no estaba.

lunes, 6 de diciembre de 2010

El concierto de Dylan



La espina
Esta historia empieza con una espina que se clavó en mi corazón el día en que compré la entrada. Todo fue muy rápido, llegó un email con información de conciertos, encontré que Dylan tocaba en el sur de la Florida. Ya el 2008 se presentó 5 veces en México, 3 en Brasil,  3  en Argentina, en Uruguay y Chile y sentí a Dylan cerca, pero este era mi momento. Compré la entrada con ilusión y entusiasmo desbordantes, era como si la alegría fuera un globo que se inflaba en mi corazón y mi sonrisa iba creciendo en el proceso. Ya con mi lugar asegurado se me dio por curiosear y ver por donde estaba tocando el gran Neil Young, la sorpresa fue amarga pues tocaba en 6 días a 40 minutos de mi casa y quedaban apenas 9 asientos: uno más caro que el otro. Bob Dylan es un grande entre los grandes, un fuera de serie, uno de los favoritos de mi vida, verlo en vivo era un sueño cumplido, un anhelo que ni siquiera imagine cuando ya era parte de mi vida. Pero sentir que Neil Young estaba tan cerca y tan lejos fue un golpe duro, un espina que desinfló un poco mi alegría.

viernes, 3 de septiembre de 2010

El incidente del zancudo y los insectos


No les tenía miedo ni asco y a veces tampoco compasión. De niño pasaba observando e interactuando con las diferentes clases de insectos que podía encontrar en el patio de la casa de mi abuela, que es donde pasé gran parte de mi infancia.

Las hormigas fueron y son mis favoritas. Me gustaba ver como una encontraba la comida y luego cómo, al toparse con otra, la información viajaba de hormiga en hormiga y en poco tiempo una pequeña brigada se empezaba a llevar de manera ordena y eficiente el botín alimenticio. Era un espectáculo en miniatura que me tenía fascinado. Un capitulo del programa alemán "Peter y su cajón de juguetes" me enseñó a quererlas más, a ponerles comida y crearles obstáculos y puentes para luego verlas sortearlos en busca de su alimento.